Quiero sólo eso, encontrar una mano. Una mano que me acaricie, que me consuele y me enternezca. Una mano que acariciar, que estrujar, que sentir. Una mano que siempre esté ahí cuando, en días como hoy, me desvele. Una mano que recorra de arriba a abajo mi roja cresta, destrozando cada fibra de mi cuerpo en sensaciones. Quiero una mano con la que bailar a la luz de la luna. Una mano que me lleve lejos de aquí, que se deje arrastrar a donde yazcan nuestros sueños. Una mano que me descubra todos mis lunares.
¿Estás tú detrás de esa mano?
miércoles, 14 de julio de 2010
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Tras cada mano que nos encontramos suele haber un cacho de carne, a veces con corazón y pocas veces con cabeza, que en la mayoría de las ocasiones acaba haciendo yagas en nuestra propia mano... a mí ha llegado un punto en que me da miedo dar la mano, pero espero que tengas suerte y que la encuentres ;)
ResponderEliminarGracias por pasarte. Te sigo leyendo.